En cualquier lugar del territorio nacional usted puede encontrarse con una obra pública inconclusa, dejada por los múltiples gobiernos que hemos tenido. Sobre todo, en los últimos 62 años en que construimos nuestra democracia.
La naturaleza de la construcción resulta variada, pues bien puede ser una escuela, un dispensario médico, un edificio, un salón comunitario multiuso o canchas deportivas. El inventario es largo y le puede resultar sorprendente la cantidad de obras inconclusas.
En ocasiones en distintos niveles de construcción. Obras que duermen el sueño eterno, pues a ningún gobierno parece interesarle su terminación. Y al parecer para no reivindicar la iniciativa de otros.
Es una pena que así sea.
