Cecilia Gentili. (Foto: fuente externa)
EL NUEVO DIARIO, NUEVA YORK.- Dos hombres fueron acusados este lunes en Nueva York por la venta del fentanilo mezclado con heroína que causó la muerte en febrero de la conocida activista trans argentina Cecilia Gentili, defensora de las trabajadoras sexuales y cuyo controvertido funeral reunió a más de mil personas en la catedral de San Patricio.
De acuerdo con un comunicado conjunto de la Agencia Antidrogas de EE.UU. (DEA, en inglés) y la Fiscalía federal en el condado de Brooklyn, Michael Kuilan y Antonio Venti fueron acusados por la venta de la droga. Kuilan fue acusado además por posesión ilegal de armas.
La activista, de 52 años, murió en su hogar en Nueva York el pasado 6 de febrero y el día antes compró la droga a Venti, que la obtuvo de Kuilan, según las autoridades.
Gentili abogaba también por los derechos de los inmigrantes y de las personas que viven con el HIV y a su funeral asistieron más de mil personas, muchos de ellos transgénero, que vistieron ropa atrevida y celebraron los llamamientos a proteger la salud reproductiva que se hicieron desde el altar.
A su funeral acudieron figuras como Indya Moore, actriz, modelo y activista por los derechos de los trans conocida por su papel de Angel Evangelista en la serie de televisión ‘Pose’, de la cadena FX, y Billy Porter, cantante y actor de teatro en Broadway, ganador del Grammy, Emmy y dos Tony.
El comunicado de las autoridades añade que tras recibir una llamada al 911, la Policía acudió al hogar de Gentili y la encontró sin vida en su habitación. «Murió debido al efecto combinado de fentanilo, heroína, xilazina y cocaína», afirman.
Los mensajes de texto en su celular y otras pruebas llevaron a las autoridades hasta Venti y Kuilan. Además, en un registro hecho al apartamento de Kuilan encontraron cientos de bolsas de fentanilo, una pistola y municiones.
El servicio fúnebre en la catedral para Gentili, que era atea, fue grabado por el grupo conservador CatholicVote, que lo consideró «una parodia de la fe cristiana». La Archidiócesis de Nueva York censuró el funeral y aseguró que no sabía que su «bienvenida y oración serían degradadas de una manera tan sacrílega y engañosa».
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