Junto con las tendencias neoliberales aparece en el horizonte la llamada educación por competencias, que se disemina en muchas partes del mundo, incluyendo la República Dominicana. Así vemos a muchas entidades de enseñanza superior realizando ajustes y cambios en los programas de estudios para hacer sentir lo que llamamos una moda educativa.
Se puede observar sin dificultad a instituciones de nivel universitario, justificar la adopción del referido sistema educativo, planteando una renovación curricular -que ya debería en este tiempo ser mejorado-, pasando de una educación integral, basada en las capacidades intelectuales del sujeto a una educación utilitaria, donde se instrumentalizan los conocimientos. Algunas universidades aún generan una dinámica de obsolescencia profesional programada, al igual que en la carrera existente en las tecnologías de última generación, donde una herramienta de comunicación deja de ser útil por un periodo muy corto y el usuario se ve obligado a consumir un nuevo producto con otras características, ajustándose a un patrón inducido de consumo cambiante, diseñado por instancias que no tiene nada que ver con la educación.
Tenemos que admitir que los promotores de la educación por competencias han tenido éxito en la incorporación de esta tendencia, sin tomar en cuenta que este nuevo paradigma plantea un saber en el plano específico del utilitarismo en las destrezas, tratando de desplazar un sistema metodológico basado en lo teórico, que desarrolla al receptor primero en su rol conceptualizador y luego en la praxis.
El producto terminado de la educación por competencia se caracteriza por evaluar y medir a través de instrumentos lo enseñado y aprendido, generalizando el sistema. Estudiantes formados para la búsqueda de empleos que cada vez son más escasos y mal pagos, en una feroz lucha por imponer su habilidad como recurso humano bajo el criterio de la rentabilidad.
Al profesional lo colocan en una estantería como producto para ser seleccionado, respondiendo a necesidades de empleadores bajo una óptica económica, contribuyendo a construir todo un entorno de rivalidad bajo el criterio de eficacia y eficiencia productiva en un modelo económico de mercado. Esta postura, privilegia la utilidad y menosprecia la capacidad innovadora y creativa del recurso humano.
La moda de la educación por competencia cede a instituciones extraacadémicas su aval en la sociedad, cuando a través de las llamadas certificaciones pretenden proyectarse en el mercado capitalista neoliberal, el cual pone en una etiqueta la fecha de vencimiento de los conocimientos y destrezas adquiridos y patentados en los diplomas universitarios, (donde aseguramos está incluido lo que otro pensó sin ser comprendido, pero si bien aplicado)
Deberíamos estar convencidos de que la universidad del futuro debe estar fundamentada en la producción de conocimientos científicos retroalimentados entre los protagonistas del saber, que asumirían una actitud científica como estilo de vida y no un modelo de moda que solo formará un recurso humano, perecedero y desechable.
Es responsabilidad de las universidades, producir un profesional con pensamiento crítico y capaz de asumir una actitud científica como estilo de vida, sin dejar de relacionarse con la industria, en un ejercicio de innovación abierta y que ambos sean protagonistas del desarrollo.
POR. DERBY L. GONZÁLEZ S.