RD estuvo al borde de revuelta popular; quiebra estabilidad social pendía de un hilo – At Dominican (República Dominicana)


ELECCIONES, EL NUEVO DIARIO Y SUS COBERTURAS

 
EL NUEVO DIARIO, SANTO DOMINGO.– Las de 1990 fueron unas elecciones nacionales altamente virulentas. La paz del país llegó a pender de un hilo y faltó muy poco para que de repente la estabilidad social se desmoronara.
Desde el exterior se veía a una República Dominicana abocarse a una guerra civil. Era el ambiente que transmitían los titulares de las agencias internacionales de prensa.

Previendo un fraude electoral, Juan Bosch, principal contender de Joaquín Balaguer, quien luego sería certificado ganador de los comicios, advertía con provocar un levantamiento popular.
Esas declaraciones, ofrecidas a un periódico español y reproducidas localmente, fueron tituladas por la Agencia Francesa de Prensa (AFP) así: República Dominicana al borde de una guerra civil.

Antes de llegar a lo que sería una de las peores crisis post electorales que registra la historia democracia dominicana, se había transitado un camino muy impetuoso y agresivo.

Los comicios generaron fuertes confrontaciones y choques, con derramamiento de sangre, haciéndose necesaria la intervención de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), así como fervientes llamamientos de líderes políticos, sociales y empresariales, invitando a la concordia y la paz, deteniendo los ímpetus de violencia y agresividad.
A estas elecciones llegaron como favoritos para ganar en las urnas los partidos Reformista Social Cristiano (Joaquín Balaguer) y de la Liberación Dominicana (Juan Bosch). El primero con casi 84 años y el segundo con 81, los cuales cumpliría en un mes y 15 días.

También se medían los candidatos José Francisco Peña Gómez, por el Partido Revolucionario Dominicano, y Jacobo Majluta, ahora postulado por el Partido Revolucionario Independiente (PRI), entonces de recién formación, luego de su salida del PRD alegando, entre otros argumentos, haber sido traicionado internamente en las elecciones de 1986. En el mismo orden, uno y otro quedarían en tercer y cuarto lugar en dicho proceso.
Bosch y el PLD, que por primera vez venían a competir con reales posibilidades de triunfo, se mantuvieron durante toda la campaña denunciando agresiones por parte de los reformistas y concomitantemente asomaba la amenaza de fraude.

Desempolvando los archivos de At Dominican podemos leer en sus páginas infinidad de eventos trascendentes que caracterizaron aquella convulsa contienda electoral de 1990.
Hubo cruces de fuertes frases entre Bosch y el entonces presidente de la Junta Central Electoral (JCE), Froilán Tavárez, quien llegó a exigirle al líder del PLD presentar pruebas contra su honor, luego de feroces ataques y acusaciones que desde el litoral peledeista se proliferaban contra el ejecutivo electoral.
La embajada de los Estados Unidos en el país se vio involucrada y en un momento tuvo que negar públicamente que estuviera realizando encuestas para determinar las preferencias electorales, a modo de descartar inclinación por algún candidato.

Los estadounidenses todavía estaban aún más cerca, cuando vino a la República Dominicana en calidad de observador de las elecciones el expresidente Jimmy Carter, quien terminaría protagonizando un encontronazo frente a la oposición política.
Aunque había sido invitado por la Junta Central Electoral, y a su llegada al país haber aclarado que no tenía candidato favorito, lo cierto es que en el impasse electoral el demócrata Carter reprochó el llamado de Bosch a sus seguidores para lanzarse a las calles, actitud que el expresidente estadounidense calificaba de “irresponsable”.
A su llegada al país, y un día antes de las elecciones, Carter sostuvo reuniones con los líderes políticos, Joaquín Balaguer, Juan Bosch, Peña Gómez y Jacobo Majluta, en aras de buscar alcanzar la armonía y bajar una tensión que rozaba niveles peligrosos.

En el conteo inicial de la JCE, Bosch y su PLD salían aventajando a sus contrincantes, pero el desarrollo del escrutinio fue variando la cosa para luego aparecer Balaguer y el PRSC arriba con una ventaja que ya no perderían hasta el cierre del proceso.
Quedan grabadas en las páginas de este periódico frases muy comprometedoras del profesor Bosch, por ejemplo, cuando en un llamado a sus militantes dijo: “Si alguien tiene que morir, morirá”.
El oficialismo hizo promover intensamente el argumento izquierdista o comunista de Bosch, y se le quería hacer ver como un enemigo acérrimo de la Iglesia Católica, acusaciones que en una sociedad conservadora y eminentemente religiosa pesaban mucho contra una candidatura que pese a la campaña de descrédito en su contra vendría a obtener un enorme caudal de votos.
El mismo Balaguer, en un acto público, recordó que, como presidente de la República, en 1963, Juan Bosch había prohibido la enseñanza religiosa en las escuelas públicas.
Entre las amenazas de Bosch, en caso de ganar las elecciones, una era derribar el Faro a Colón, costo monumento sobre cuya construcción Balaguer casi se había obstinado, y que sin embargo el líder peledeista lo consideraba inútil, amén de que contrastaba con la pobreza del pueblo dominicano.
También, y mereció titulares principales de portada, amenazó con derogar la nacionalidad otorgada y devolver a su país (Cuba) al señor Juan José Arteaga, un cubano que ejercía notables influencias desde su posición de Asesor Económico del Poder Ejecutivo con asiento en el Palacio Nacional.
Otra amenaza, que sí llegó a cumplir cuando vio que su derrota electoral era irreversible, fue la devolución de la condecoración con la Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella, Gran Cruz Placa de Oro, que le había sido otorgada por el presidente Balaguer el 26 junio 1989.
La incertidumbre por los resultados inciertos de las elecciones hizo que por todo ese tiempo las actividades económicas del país se vieran seriamente afectadas, con una semi parálisis casi a nivel nacional.
La denuncia de “fraude colosal” que sostenían el PLD y Bosch recibiría un balde de agua fría cuando el jefe de cómputos del propio Partido de la Liberación Dominicana, Víctor Grimaldi, anunciaba al país que el ganador de los comicios había sido Joaquín Balaguer.
Así iniciaba una debacle a nivel de imagen y opinión del PLD, toda vez que la JCE no dio validez a las denuncias de fraude, y, al no encontrarse pruebas irrefutables, el órgano terminó certificando el triunfo de Joaquín Balaguer, quien se reelegía para un segundo período.
POR LUIS BRITO
(TRABAJO ESPECIAL)

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